Hay quienes ven en la educación la posibilidad de desarrollar al máximo las potencialidades ocultas de cada persona, de forma que a partir de ellas pueda ocupar un rol importante en la sociedad lo que le conducirá hacia su bien propio como el bien común. Es una visión esperanzadora y optimista del quehacer educativo. Desde esta visión el profesor aparece casi como un salvador, él encarna a la persona capaz de abrir las mentes de sus estudiantes y desarrollar en ellos diversos modos de vocación, de tal forma que posibilita con sus enseñanzas el desarrollo y progreso de la sociedad en su conjunto. La sociedad crece y se dinamiza gracias a la educación y el profesor es quien posibilita esto.
Considero que podría dividir las características en diferentes parámetros porque no creo que podría definir al docente desde un solo punto de vista ya que abarca mucho mas que eso, por tanto existe un aspecto interpersonal un buen profesor tiene vocación esto quiere decir que ayuda a sus estudiantes a crecer personal y profesionalmente, ayudándolos a descubrir su propia autonomía y a crecer siendo fieles a sus propios principios e ideales y no movido por sus caprichos y deseos egoístas e infantiles. También es una persona mental y profesionalmente madura caracterizada por ser cálida, honesta, abierta; respeta a sus estudiantes, se interesa por ellos y disfruta de la interrelación profesor-estudiante. Además sirve de modelo a sus estudiantes en cuanto a su comportamiento como profesor, como profesional y como ciudadano. En el campo profesional es un profesional que domina su área, se mantiene actualizado, tiene conciencia de la responsabilidad de su profesión y merece respeto por la capacidad profesional que muestra tanto dentro como fuera del aula. Con respecto a la docencia ayuda significativamente a sus estudiantes a alcanzar los objetivos del curso prepara bien su clase y hace de ella una actividad estimulante y productiva, logra que los estudiantes se interesen por la materia empleando eficientemente estrategias de enseñanza-aprendizaje apropiadas a los objetivos del curso, evalúa a tiempo, con justicia y de acuerdo a los objetivos y contenidos del curso, estimulando el mejoramiento del aprendizaje. En cuanto a responsabilidad cumple con las normas mínimas de puntualidad, administración de exámenes, asignación y entrega de calificaciones. En cuanto a sus aportes fuera del aula; presta su aportación a la creación de nuevos conocimientos, al desarrollo cultural y a la adaptación de tecnología. Contribuye con el crecimiento y mejoramiento de su Unidad Académica, de la Universidad y de la comunidad.
Por último, me parece que estas acciones desde el plano ético se fortalecen más cuando quien las emite es alguien capaz de fascinar y atraer la atención de sus alumnos. Por ello es que creo sinceramente que la mejor forma de enseñar y educar a los alumnos es cuando el profesor se muestra a sus alumnos como alguien con autoridad. Pero me refiero a esa autoridad que surge de quien posee experiencia, de quien enuncia verdades basadas en hechos o conocimientos que ha adquirido en su vida. Un profesor debe ser culto. Debe potenciarse ante sus alumnos por la fuerza de sus vivencias que le convierten en un referente válido y digno de imitar. La cultura le permitirá al docente ampliar la mirada de sus alumnos, ayudarlos a reconocer que existen otras formas de actuar, mejores y más éticas. Un alumno no se acerca al liceo o colegio a repetir lo que ya sabe, sino a ampliar su horizonte, solo un profesor con el conocimiento y la sabiduría propia permitirán responder a esta necesidad vital.
Los problemas inician cuando surgen docentes que confunden la docencia con la instrucción de contenidos, llamados docentes intelectuales, que basan todo su quehacer en el nivel de conocimientos que manejan, Lo primordial es demostrar su saber ante sus alumnos. No son profesores que dicten clases para jóvenes sino para alimentar su propio ego y vanidad. En el otro extremo se encuentran aquellos que confunden la pedagogía con la paternidad. Para algunos el ser profesor significa ser una buen a compañía, una persona empática, capaz de atender a los problemas y necesidades afectivas y sociales de sus alumnos. Un profesor cercano, amigo, cómplice de sus alumnos, que a veces pierde su sentido formador. A veces estos profesores caen en el extremo opuesto del profesor intelectual, con ellos no se aprende pero si se pasa bien.
Entonces el mal profesor protege la mezquindad de su mente tras los muros del poder y bajo el brillo engañoso de su toga, en cambio el buen profesor rompe los muros que ocultan el horizonte y hace brillar su honradez bajo el sol implacable de la verdad. Además el mal profesor se cree en posesión de la verdad, en cambio el buen profesor ama y busca la verdad. Y por último el mal profesor juzga y examina desde la alta cátedra autoritaria, en cambio el buen profesor enseña a valorar lo que aprendemos y a conocer mejor nuestras posibilidades.
Considero que podría dividir las características en diferentes parámetros porque no creo que podría definir al docente desde un solo punto de vista ya que abarca mucho mas que eso, por tanto existe un aspecto interpersonal un buen profesor tiene vocación esto quiere decir que ayuda a sus estudiantes a crecer personal y profesionalmente, ayudándolos a descubrir su propia autonomía y a crecer siendo fieles a sus propios principios e ideales y no movido por sus caprichos y deseos egoístas e infantiles. También es una persona mental y profesionalmente madura caracterizada por ser cálida, honesta, abierta; respeta a sus estudiantes, se interesa por ellos y disfruta de la interrelación profesor-estudiante. Además sirve de modelo a sus estudiantes en cuanto a su comportamiento como profesor, como profesional y como ciudadano. En el campo profesional es un profesional que domina su área, se mantiene actualizado, tiene conciencia de la responsabilidad de su profesión y merece respeto por la capacidad profesional que muestra tanto dentro como fuera del aula. Con respecto a la docencia ayuda significativamente a sus estudiantes a alcanzar los objetivos del curso prepara bien su clase y hace de ella una actividad estimulante y productiva, logra que los estudiantes se interesen por la materia empleando eficientemente estrategias de enseñanza-aprendizaje apropiadas a los objetivos del curso, evalúa a tiempo, con justicia y de acuerdo a los objetivos y contenidos del curso, estimulando el mejoramiento del aprendizaje. En cuanto a responsabilidad cumple con las normas mínimas de puntualidad, administración de exámenes, asignación y entrega de calificaciones. En cuanto a sus aportes fuera del aula; presta su aportación a la creación de nuevos conocimientos, al desarrollo cultural y a la adaptación de tecnología. Contribuye con el crecimiento y mejoramiento de su Unidad Académica, de la Universidad y de la comunidad.
Por último, me parece que estas acciones desde el plano ético se fortalecen más cuando quien las emite es alguien capaz de fascinar y atraer la atención de sus alumnos. Por ello es que creo sinceramente que la mejor forma de enseñar y educar a los alumnos es cuando el profesor se muestra a sus alumnos como alguien con autoridad. Pero me refiero a esa autoridad que surge de quien posee experiencia, de quien enuncia verdades basadas en hechos o conocimientos que ha adquirido en su vida. Un profesor debe ser culto. Debe potenciarse ante sus alumnos por la fuerza de sus vivencias que le convierten en un referente válido y digno de imitar. La cultura le permitirá al docente ampliar la mirada de sus alumnos, ayudarlos a reconocer que existen otras formas de actuar, mejores y más éticas. Un alumno no se acerca al liceo o colegio a repetir lo que ya sabe, sino a ampliar su horizonte, solo un profesor con el conocimiento y la sabiduría propia permitirán responder a esta necesidad vital.
Los problemas inician cuando surgen docentes que confunden la docencia con la instrucción de contenidos, llamados docentes intelectuales, que basan todo su quehacer en el nivel de conocimientos que manejan, Lo primordial es demostrar su saber ante sus alumnos. No son profesores que dicten clases para jóvenes sino para alimentar su propio ego y vanidad. En el otro extremo se encuentran aquellos que confunden la pedagogía con la paternidad. Para algunos el ser profesor significa ser una buen a compañía, una persona empática, capaz de atender a los problemas y necesidades afectivas y sociales de sus alumnos. Un profesor cercano, amigo, cómplice de sus alumnos, que a veces pierde su sentido formador. A veces estos profesores caen en el extremo opuesto del profesor intelectual, con ellos no se aprende pero si se pasa bien.
Entonces el mal profesor protege la mezquindad de su mente tras los muros del poder y bajo el brillo engañoso de su toga, en cambio el buen profesor rompe los muros que ocultan el horizonte y hace brillar su honradez bajo el sol implacable de la verdad. Además el mal profesor se cree en posesión de la verdad, en cambio el buen profesor ama y busca la verdad. Y por último el mal profesor juzga y examina desde la alta cátedra autoritaria, en cambio el buen profesor enseña a valorar lo que aprendemos y a conocer mejor nuestras posibilidades.